Al ritmo de banda y batucada, coloridas y gigantescas criaturas hechas con carrizo, papel y cartón tomaron las calles del Centro Histórico y Paseo de la Reforma como parte de la decimaquinta edición del Desfile y Concurso de Alebrijes Monumentales.
Fueron más de 200 figuras fantásticas, entre dragones con tres cabezas, gatos gordos, perros con orejas de mariposa, lagartijas azules y peces alados las que desfilaron ante 650 mil personas –según estimaciones del Gobierno de la Ciudad de México– que se aglomeraron a su paso a lo largo de 4.5 kilómetros, desde el Zócalo hasta la glorieta de la Diana Cazadora.
Desde las ventanas de edificios o las terrazas de restaurantes, a pie o sentados en las aceras, los asistentes siguieron todos los detalles de la procesión que empezó al mediodía. Entre las irreales criaturas estuvo Balakukul, un alebrije de cuatro metros y medio de largo con cuerpo de serpiente, torso de jaguar y patas de iguana, fue una de las piezas artesanales que encabezó el vistoso contingente al lado de su creador Enrique Javier Muñoz, profesor de la secundaria 40 –de la alcaldía Venustiano Carranza–, quien junto con la comunidad escolar empezó a fabricarla desde hace un año.
El docente platicó que es la primera vez que participan y la idea fue integrar a maestros y alumnos. Se hizo un concurso para seleccionar la figura, se eligió la que más gustó y se desarrolló el proyecto en tercera dimensión. Todos aportaron algo para su ejecución, hasta hojas de cuaderno se reciclaron
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Entre cada figura hubo lugar para grupos musicales y bailes folclóricos, como el Jarabe tapatío y el Son jarocho, pero la atracción principal fueron los seres fantásticos.
Uno de los más grandes y llamativos era una especie de mono medusa, con cuernos de borrego cimarrón, de cuya cabellera salían diablos, escarabajos y otros insectos. El nido en tu cabeza, es el nombre de esta pieza hecha con una estructura de alambrón y herrería, traída de Chimalhuacán.
De menor tamaño, pero no menos creativo, desfiló también el alebrije rockero, una combinación de gallo y reptil, ataviado con chaleco y botas de estoperoles y una guitarra con forma de girasol. Tres meses le llevó al arquitecto Manuel Godinez elaborarlo como un tributo a los artesanos mexicanos.
Cuauhocelotl, jaguar y águila al mismo tiempo, surgió de la imaginación de Israel Ortega, quien le dio forma en sus ratos libres después de trabajar en un tianguis del sur de la ciudad, quien comentó que el modelado es de alambre y en él se va tejiendo el papel, esto le da mucha dureza y es muy ligero
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Organizado por el Museo de Arte Popular, el desfile contó con la participación de artesanos de nueve entidades, incluida la Ciudad de México, cuyas creaciones permanecerán en el Paseo de la Reforma hasta el 5 de noviembre.
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