Por Marco Tena
Mientras camino por las calles de Puerto Escondido y me siento a beber mi última cerveza, no puedo evitar notar el olor perceptible de basura en el aire que hay por toda la punta de Zicatela. No es que esto sea algo nuevo en un lugar turístico, pero me hace pensar en cómo la ciudad ha cambiado en los últimos años. Recuerdo la última vez que visité este lugar, cuando las playas estaban limpias y los lugareños se aseguraban de mantener la ciudad en un estado impecable. Pero ahora, la basura y los residuos parecen ser una presencia constante en las calles y un triste recordatorio de los efectos detrimentales del turismo que ha arrastrado a miles a las bahías oaxaqueñas desde la pandemia.
Lo que es peor, es que parece que la presencia del crimen es aún más evidente que la basura. Mientras camino por las calles, puedo sentir la tensión en el aire. Las miradas cautelosas de los lugareños y turistas por igual son una señal de que algo está mal. Y no puedo evitar sentir que parte de la magia de Puerto Escondido se ha perdido.
Durante mi última visita, tuve una experiencia desagradable que refleja lo que está sucediendo en la ciudad. Me acerqué a una tienda y me ofrecieron drogas en inglés, pensando que era estadounidense. “You smoke weed, guero’”. Y no es que sea la primera vez que me ofrecen drogas en un lugar turístico, pero en Puerto Escondido, la presencia de drogas parece más evidente que nunca.
Todo esto me hace pensar en los días de gloria de Puerto Escondido. Me acuerdo de cuando me senté en el famoso Café El Cafecito, mirando a la bahía y disfrutando de un café recién hecho. Las conversaciones animadas de los lugareños, los turistas disfrutando de su tiempo en la playa, el sol brillando en el horizonte; todo esto hizo que Puerto Escondido fuera especial. Pero ahora, aunque siguen teniendo una inmensa fila, lugares como estos parecen haber perdido su brillo. Las mesas están vacías, los lugareños parecen menos entusiasmados y los turistas parecen más preocupados por su seguridad.
Pero a pesar de todo esto, todavía hay esperanza. Puerto Escondido sigue siendo un lugar hermoso. Las playas siguen siendo impresionantes, la bahía sigue siendo acogedora, y las puestas de sol siguen siendo espectaculares. Y, aunque la ciudad ha perdido parte de su encanto, al menos desde mi parecer, todavía hay gente luchando para que Puerto Escondido vuelva a ser lo que una vez fue.
Espero que pronto puedan resolver los problemas de la ciudad, que los lugareños puedan encontrar una manera de mantener las calles limpias y seguras, que los turistas puedan disfrutar de la belleza de Puerto Escondido sin tener que preocuparse por su seguridad. Y espero que pronto, vuelvan los días de gloria de El Cafecito, donde los lugareños y los turistas puedan sentarse juntos, disfrutar de una buena taza de café y admirar la belleza natural de la bahía.
Mientras tanto, levanto mi copa a los lugareños que trabajan duro para que Puerto Escondido vuelva a ser lo que una vez fue, y espero que pronto pueda volver y disfrutar del ambiente relajado que solía caracterizar esta hermosa ciudad.
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