Más de una vez hemos escuchado esta expresión, gestada -según me platicara mi padre- por allá de principios del siglo pasado, quizás fines del XIX, en las cantinas de la ciudad de México.
Es una expresión popular que se dice a alguien que ha tenido un acierto al realizar una operación, del tipo que sea, o también por elaborar un trabajo con cierta maestría que lo hacen destacar por encima de otros, entonces se le dice: ¡Te echaste un ocho! …pero ¿Cuál es el origen de esta expresión?
Todos hemos visto, e incluso quizás jugado, el juego de la rayuela. Ese que consiste en trazar una linea en el piso y alejarse tres o cuatro metros para desde ahí lanzar una moneda, y resulta ganador aquel cuya moneda quede más cerca de la linea trazada. Algunas variantes indican que no es válido “pasar de la raya” y que la moneda debe quedar “antes” de ésta; otra es jugar contra una pared, y el ganador será quien quede más cerca de ella. En fin, eso es lo que se juega hoy, pero ¿antes qué y cómo se jugaba?
En las cantinas se jugaba un juego similar que puede haber dado origen a la rayuela. Se llamaba “Pítima”, y consistía en colocar un tabique de construcción en el piso, con un círculo del tamaño de una moneda dibujado en su cara superior. Los concursanrtes se alejaban unos metros y entonces arrojaban una moneda por turnos tratando de hacerla quedar sobre el tabique; si la moneda quedaba arriba del tabique, el tirador obtenía un punto. Y así jugaban hasta que alguno de los concursantes juntaba los puntos acordados para ganar, generalmente 8 o 10, bastante difícil, por cierto. Sin embargo, si alguno de los tiradores lograba que su moneda quedara arriba del tabique, y quedaba adentro del círculo que se le había dibujado, obtenía ocho puntos.
Hubo también la variante que se muestra en la fotografía anterior, al parecer más moderna, de una tabla con una perforación, y además podía estar inclinada e incluso montada sobre un resorte para que oscilara o “bailara”.
De ahí nace la expresión “te echaste un ocho” que se le dice a alguien cuanto hace un movimiento acertado. Por cierto, no es adecuado decirle a alguien “no te echaste un ocho… sino un diez”, pues tal puntuación no era posible en la Pítima.
Ahora ya conoces el origen de la expresión, y te invito a que reconozcas el valor de las múltiples tradiciones -las simples y las complicadas- que existen.
Ciencia y Cultura, hasta la sepultura.
Soy Victor García de la Hoz, hasta la próxima.
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