Samer Naime Ferguson
Meses atrás, cuando el día estaba por llegar a su fin y el sol comenzaba a ocultarse, Natalia y yo, como solemos hacerlo, tomábamos un espresso machiato en una cafetería en Coyoacán, y a nuestro costado, una pareja discutía sobre un pequeño libro de cuentos que reposaba sobre su mesa. Entre los cuchicheos que logramos escuchar, entendimos que mientras el chico justificaba por qué no se interesó por leer el libro, la chica trataba de interrogarlo para encontrar un argumento lógico por el cual el no pudo leer su recomendación. Se referían al Bestiario de Julio Cortázar.
Al día siguiente, Natalia se interesó en indagar sobre el libro de cuentos de Cortázar, y después de encontrarlo en el librero, hojearlo y leerlo, fue tal su sorpresa que llegó a contarme como el cuento de Casa tomada le había causado tal nivel de intriga que llegó a sobre analizar tanto la historia como su final muchas veces.
Un par de meses después, comencé a leer Las armas secretas, libro de cuentos de Cortázar publicado en 1959, que encontré en la biblioteca de mi abuelo al buscar una vieja edición de Noches blancas. Este compendio de diversos cuentos narra, por un lado, la historia de una pareja de argentinos viviendo en París que es acechada por el remordimiento y los recuerdos de aquello que dejaron atrás; por el otro, el relato sobre una mucama envejecida y su trabajo como cuidadora de perros para una familia burguesa que, debido a su edad, recurren a ella para trabajos excepcionales; también, cómo un fotógrafo piensa en los posibles desarrollos del momento en el que tomó una fotografía y las diversas posibilidades que ésta lleva; además, la historia de un escritor y sus anécdotas de amistad sobre un jazzista, cuyo inestable talento retrata con recelo; y por último, la historia de una pareja que tiene problemas para intimar debido al trauma que uno de ellos oculta.
Luego de haber leído estos cuentos, Cartas a mamá y El perseguidor fueron los que más me gustaron, pues me mantuvieron aferrado al libro, tanto la historia de cómo una pareja de expatriados recuerda su natal Argentina y la penosa situación que dio origen a su amorío, como la obsesión del jazzista Johnny por llevar la música a una forma más elevada, como él pregona el pregona en la historia: “esto ya lo toqué mañana”. Estos dos cuentos hicieron que valiera la pena la lectura al volverla interesante, apasionada y son la razón de una posible relectura en el futuro.
No profundicé en los otros tres cuentos al no parecerme interesantes, sin embargo, no por ello no valen la pena, simplemente no mantienen el nivel de intriga ya que no logran atrapar mi interés como lector.
A mí parecer la riqueza de Las armas secreta radica en la forma en la que Cortázar usa todos los cuentos para comunicar el tema de los fantasmas en diversas situaciones, ya que tienen en común los cinco cuentos es que todos los personajes cargan con recuerdos como lozas que los llevan a la obsesión.
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