Por Marco Tena
Los pasados días 17, 18 y 19 de febrero de 2023, el Parque Natural de Las Estacas en el estado de Morelos, a unos kilómetros del pueblo de Yautepec, dio cita a más de 17,000 personas para la realización del ya conocido Carnaval de Bahidorá, un festival de arte y música realizado en un área natural protegida donde se encuentra un río de corriente natural. El festival se caracteriza por su amplia gama de actividades y propuestas musicales que los asistentes pueden realizar, presentando una oportunidad idónea para que gente con diferentes gustos e intereses se interrelacionen al son de diferentes ritmos.
La novena edición del festival, que usualmente recibe desde el viernes a campistas emocionados para la fiesta, por primera vez utilizó la infraestructura del festival mismo para la realización de la fiesta exclusiva para el campamento, que anteriormente era celebrada en una locación específica del festival a la cual sólo los campistas podían atender. Los dos escenarios abiertos, La Estación, ubicado en una superficie flotante del festival, y El Amate, que hace honor al gran árbol ubicado en la zona donde se encuentra el escenario, proporcionaron ritmos electrónicos hasta la 4 de la mañana, con cierta variedad entre uno y otro para distinguir entre aquellos que preferían ritmos un poco más latinos.
Desde el sábado temprano comenzaron actividades relajantes para los visitantes del festival: entre ceremonias de cacao y clases de yoga el festival comenzó a tomar cierto ímpetu que fue catalizado por la apertura del escenario Asoleadero en el río, donde visitantes ansiosos comenzaron a lanzarse al río al ritmo de las ya conocidas electro-cumbias. El escenario principal Sonorama dio la primera gran cita con Los Hermanos Gutiérrez, que al son de sus guitarras acústicas comenzaron a musicalizar armoniosamente bajo el sol a aquellos tempraneros que lograron ingresar al festival antes de la 1.
La gran sorpresa por la divergencia de lo tradicionalmente seleccionado para musicalizar el atardecer en el Sonorama fue Stavroz, banda oriunda del este de Flandes en Bélgica, que al ritmo de un jazz psicodélico puso a bailar a todos los asistentes que se presentaron para esta presentación memorial.
Al caer la noche, los asistentes se reunieron en los 3 escenarios principales, cada uno con su particular línea y estilo, para dirigir la fiesta, cada uno a su manera. Generalmente se escucharon muy buenos comentarios de Aquihayaquihay y Little Dragon, dos de los artistas más esperados, tanto por los fanáticos de la música nacional como de la música internacional. Una vez concluido Danilo Plessnow en el Sonorama a las 4 de la mañana, aquellos ansiosos de continuar bailando podían hacerlo al ritmo del famoso barcelonista John Talabot, así como de los ritmos particulares de Stimming, el productor dj emergido de Hamburgo, que forma parte de la industria musical desde 1999. En este caso únicamente quedó a deber Irma Ruiseñor, que, a pesar del gran horario que tuvo, tuvo ciertos errores que afectaron el flujo de los ritmos de techno que desde su mezcladora impulsaba.
El domingo se lleva, evidente y necesariamente con un ritmo más tranquilo por el desgaste y fatiga que tienen los asistentes. Lo regular es ver a todos sentados a las faldas del río o descansando en algún parche de la sombra bajo el asfixiante sol, mientras poco a poco el festival se comienza a vaciar de aquellas personas que deben atender responsabilidades. Sin embargo, el festival cierra con broche de oro con la fiesta de Sunday Sunday, un conocido antro de la Ciudad de México, que trajo a artistas de la talla de Gilles Peterson, Skatebard y Mystery Affair para dar clausura a este gran evento.
El elevado número de asistentes ha puesto en tela de juicio la calidad del compromiso de las promotoras Distrito Global y Ache con el medio ambiente y ecosistema de Las Estacas, ya que, a pesar de tener fuertes estrategias de sustentabilidad, lo normal es ver un gran número de vasos tirados y colillas. De hecho, fui entrevistado sobre el alcance y conocimiento de las estrategias de sustentabilidad de Bahidorá y así fue como conocí más de ello. A pesar de compensar las emisiones de carbono que genera el festival, considero que vendrá un mayor reto para hacer consciencia de los trabajos realizados por Bahidorá para preservar el hermoso ecosistema donde se celebra.

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