“¡México Lindo y querido si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí!” (“México Lindo y Querido, Chucho Monge)
SOBRE UN NOPAL.
Para quien ha nacido o ha asumido ser de este gran país es claro que más que una obligación es un honor ser parte de él.
Desde luego que siempre habrá quien diga lo contrario o bien, hable mejor de otros lugares; no obstante, el respeto que merecen los que así lo hagan a ellos como a sus gustos, es parte de la convicción que tenemos tatuada en nuestra esencia como mexicanos.
Quienes con orgullo lo manifestamos, sabemos y estamos convencidos de la honra de con nuestros actos validar a esta nación y nuestra dignidad está más allá de cualquier comentario o señalamiento individual; desde luego, nunca cerraremos los ojos al crecimiento y con humildad sabremos que somos perfectibles como país, ciudadanos y personas.
Por más divisiones de opiniones que tengamos internamente y miles de intereses a los que seamos sujetos, estamos por demás convencidos de que somos gente de bien y ajena a los temores, horrores e intereses de quienes pretenden con sus ideas destruir los valores y principios que esta tierra nos ha dado.
No faltará quien con espíritu contradictorio se alegra de la derrota de unos sin reconocer que en ella también está incluido ni aquel que se satisface de tumbar a otros, cual alacrán, de su superación.
Hay más gente buena y como muestra de ello, es el afecto, respeto y trato de que a lo largo del mundo nos dispensan.
Sentir la bandera y lo que ello implica es estar consciente de que nuestros actos y palabras siempre la representarán por más lejos que estemos de ella. ¿Estás convencido de ello?
MANDE.
Está palabra que tenemos a flor de piel al contestar y que nos identifica alrededor del planeta, jamás debe ser entendida como una muestra de sumisión; por el contrario, es una manifestación de que estamos siempre con ánimo colaborativo y con el interés de hacer sentir a otros lo que mostramos con hechos: “mi casa es tu casa”.
Pretender que tal vocablo es un vestigio de la Colonia es desconocer realmente lo que somos como personas y nacionales; de hecho, basta que alguien pise suelo azteca para brindarle todas nuestras atenciones, buscando que quien nos visita se sienta parte de nuestro paraíso y tradiciones.
Nuestro trato no está condicionado a un color, riqueza o lengua, ya que somos cordiales con todos y tan es así, que por adustos que sean los gestos del visitante, las sonrisas que surgen tras las primeras impresiones hacen que la armonía y fraternidad lo transforme en un miembro de la familia.
Si a lo anterior, agregamos aspectos de fe, folklore, naturaleza y miles de atenciones, tenemos como resultado que más que un soldado, en cada mexicano hay un estupendo anfitrión.
Las risas y el trato de la primera impresión son básicas para la magia y el milagro que al extranjero lo hace ser parte de nuestro sueño, al grado tal que nunca nos sacará de su ser y al pensarnos su expresión dará razón a nuestra esencia.
No cabe duda … ¡la calidez es parte de nosotros!
MÁS QUE OJOS TAPATÍOS.
Gordos, chaparros, altos, flacos, etcétera, realmente, no importa nuestra condición o características, los mexicanos sabemos que nuestro valor está en el corazón y es por eso por lo que siempre lo damos a plenitud, con o sin música, a bailes o pasos.
Hay quien dice que reímos solos, que hablamos cantando, que gritamos sin ser necesario, sin darse cuenta de que la algarabía es nuestra esencia y con decencia la llevamos.
Disfrutamos tanto de nuestra comida como de la bebida y una vez que la combinamos, con orgullo la compartimos en abundancia sin detenernos a pensar que esta acabará.
La generosidad no se limita al trato, sino que con gusto se exhibe con lo que tenemos e incluso, lo que no; sin importar lo que venga mañana por más osado que esto sea. Si sólo tenemos un abrigo, no nos importa compartirlo con quien consideramos amigo.
Mención aparte merece la impresión de macho que hemos generado y si con ello se nos considera a los hombres como mujeriegos y a las mujeres como sumisas seguramente será necesario que entiendan que esto sólo es parte de una tradición fílmica. Ahora buscamos como sociedad generar igualdad en nuestra participación social y desde luego una equidad frente a la ley, quedando en el entendido que siempre habrá excesos en los tratos; no obstante, buscamos con ahínco que esto quede en un pasado que nunca debió ser y, por el contrario, seamos ejemplo de cara a las nuevas generaciones.
En fin, podremos ser juzgados por ser locuaces, pero nunca por tratar mal a las personas y mucho menos a quienes nos visitan, sin considerar siquiera su origen.
Somos un pueblo de nobles sentimientos … ¿estás de acuerdo?
EL BUEN HACER.
En varias ocasiones durante mi etapa escolar era común que los profesores nos dejaran durante septiembre una tarea con tintes cívicos que trataba de preguntar a la gente “¿qué haces por México?”.
Siempre había respuestas variadas, algunas sumamente extrañas hasta otras comunes; sin embargo, me encantaba escuchar a quienes decían que daban su mejor esfuerzo por ser personas de bien y ser su mejor versión de sí mismos, no faltaba quien se señalaba como padre cuya labor era educar a sus hijos como buenos ciudadanos, así como aquellos que expresaban con orgullo ser honestos y cabales.
En ese sentido y parafraseando la letra de la canción “Cocula” de los maestros Ernesto Cortázar y Manuel Esperón: “Y las personas de México afamadas por entronas para eso se preparan y dan lo mejor de sí”.
Ya sea de charros, mariachis, catrinas, chinas poblanas, etcétera, lo cierto es que es un honor que en cualquier lugar que se presenten, nos reconozcan por la belleza de nuestro folclore y, mejor aún, lo hagan con un gran reconocimiento. Si a ello aunamos la música y gastronomía, no cabe duda de que les estaremos compartiendo nuestro pedacito de paraíso.
Hoy más que nunca, merecemos ser nuestras mejores versiones para construir el México de valores que tanto amamos y en el cual hemos crecido, sin otras pretensiones que atender a la esencia de unidad, fe, solidaridad y fraternidad que por décadas hemos disfrutado y a pesar de cualquier vicisitud, así queremos mantener.
Sin duda que somos una sociedad perfectible y nunca estará de más mostrar nuestro amor con dichos y acciones a cada momento. Y porque estamos hechos en México hay que vivirlo con excelencia.
¿Crees que esto sea soñar despierto?
TODO SEA POR SU GRANDEZA.
Cuando éramos pequeños aprendimos el himno y lo cantamos con orgullo y siempre observando las formas, la emoción nos acompañaba en todo momento y ya fuera con una escolta o simplemente con ver izar u ondear la bandera, era un privilegio saberse parte de su grandeza.
Conforme crecemos disminuyen las ceremonias; sin embargo, es innegable que cada que lo escuchamos, independientemente del lugar o la época, se nos eriza la piel y deseamos con gestos y posiciones exhibir nuestro orgullo.
A menudo me preguntan qué es lo más importante de mi país y respondo que la familia, toda vez que desde ésta logramos transmitir los valores como personas, principios como ciudadanos y tradiciones que nos hacen especiales, aunque de alguna manera también, mucho de ello lo compartimos con nuestros hermanos latinos.
Si bien era costumbre que los mexicanos robábamos besos, esto no es del todo cierto; no tomamos nada que no nos pertenezca, sólo damos lo mejor de nuestro ser y sentir sin mayor interés que hacer sentir especial a quien lo recibe. De tal manera que, a veces sin percatarse, arraigan nuestra presencia en su corazón y eso nos hace sumamente especiales.
Hay mucho que decir de nuestro país que sería injusto siquiera imaginar que con unas cuantas líneas siquiera describimos lo básico de su grandeza; no obstante, si con estas líneas incentivamos a reflexionar de lo que es y representa, será sumamente positivo.
Desde luego, siempre habrá quien tenga intereses o posiciones que pretendan dañar nuestra unidad; sin embargo, somos más las buenas voluntades que siempre darán la cara por nuestra patria.
Basta despedirnos con una afirmación que seguramente compartimos … ¡HOY POR HOY, HAY MÁS DE MIL RAZONES PARA AMAR A MÉXICO!
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Posdata: ¡Agradezco a la Red de Mujeres Empresarias por la Invitación a su “Segundo Foro de la Mujer Internacional”!
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