Para un servidor, la mujer es igual de capaz que el hombre para hacer todo tipo de cosas, desde trabajo pesado hasta el más intelectual o científico. El género no define lo que podemos o no hacer, es una cuestión de actitud. Menciono esto pues tiene mucho que ver con la cinta que recientemente vi, la cual me llamó la atención más por el morbo que por amor a la saga, la cual fuera creada en 1984 y su trama giraba alrededor de un equipo muy peculiar de personas cuya labor era cazar fantasmas.
Ghostbusters, hace más de 30 años, fue un suceso tanto por su originalidad como por su estilo único de comedia. Con esta cinta, Bill Murray comenzaba su camino a la consagración como uno de los cínicos consentidos de todo el mundo. Por su parte, Sigourney Weaver hacía una pausa en su carrera galáctica para interpretar a otro tipo de personajes. Junto con Harold Ramis, Dan Aykroyd, Rick Moranis, Ernie Hudson y el director Ivan Reitman, Ghostbusters crearon un clásico de culto inmediato que inspiró a toda una generación y dejó huella tanto en el mundo de la animación y las figuras de acción.
De regreso al 2010 y con la actual crisis de originalidad en pleno apogeo, comenzó el rumor de que una nueva entrega de esta serie se cocinaba a fuego lento. Los rumores no tardaron en tomar las redes sociales y poco a poco algunos comenzaban a desmentirse, mientras que otros se confirmaban. En efecto, una nueva versión de los Cazafantasmas entró en pre-producción bajo la batuta del director Paul Feig, pero eso no fue lo que generó críticas o controversia, sino que fue la elección del elenco principal la que desató toda clase de gritos y sombrerazos, pues las cuatro personas elegidas para continuar con el legado de los científicos aventureros de lo paranormal fueron mujeres.
En específico, Kristen Wiig, Melissa McCarthy, Kate McKinnon y Leslie Jones. ¿Quiénes…?
A Wiig la hemos visto en diversas y exitosas cintas, mientras que a McCarthy la conocemos más por sus papeles en televisión y una que otra comedia de medias tintas; caso contrario de McKinnon y Jones, a quienes no había tenido la fortuna de conocer.
Entonces, esta nueva entrega de los Cazafantasmas… ¿Es una continuación? ¿Tiene continuidad con las anteriores películas? ¿Aparecen los anteriores miembros del equipo de alguna forma? ¿Vale la pena verla?
No, no es una continuación. Más que un reboot, es una reinvención del concepto. La historia nos sitúa en el Nueva York actual, el cual comienza a manifestar apariciones fantasmales de la noche a la mañana, lo cual no es natural ni normal. Es por ello que una catedrática (Wiig) se une con su otrora compañera de investigaciones paranormales (McCarthy), quienes junto con una ingeniera un poco loca (McKinnon) se preparan para una eventual invasión de ectoplasma. Una experta en Nueva York (Jones) es la última a unirse al equipo, con el cual conforman un peculiar escuadrón que deberá descubrir el secreto detrás de estas apariciones y detenerlo, si es posible.
Si, tres de los cuatro cazafantasmas originales hacen apariciones esporádicas en la cinta (recordemos que Harold Ramis falleció hace un par de años), pero esto no significa nada más que un simple cameo para hacer felices a los amantes de la saga original, no hay un momento en el que “pasen la estafeta” o le den su bendición a la nueva generación.
Esto me da paso a la pregunta crítica. ¿Vale la pena verla? Pues… si. Si les gusta el estilo de comedia típico de películas de Melissa McCarthy (estilo casi de pastelazo) esta cinta es para ustedes; si buscan la magia e ironía que ofrecieron las anteriores películas de la saga, lo mejor será que desempolven sus ediciones caseras y las vean de nuevo, pues esta nueva entrega de los Ghostbusters no encanta como la anterior.
Un detalle que me resultó curioso y que considero inteligente es la forma en la que el director decide cambiar el rol en cuanto a géneros y su estereotipo en el cine con el personaje de Chris Hemsworth, quien interpreta a un adorable pero torpe asistente, quien funciona más como atractivo visual.
Con ello retomo el tema de género con el que comencé este artículo, pues el principal problema de la cinta no es la falta de protagonistas hombres – como fue comentado en varios círculos de intolerantes crónicos -, sino que esta cinta de ciencia ficción carece de esa magia y detalles propios de sus versiones anteriores pero, eso sí, mucho humor demasiado gringo para su propio bien, demasiados momentos ridículos (incluso para el nivel de comedia estadounidense), errores de continuidad…
Ghostbusters no es tan mala como muchos esperarían, pero no es para nada indispensable ni mucho menos necesaria para el amante de la ciencia ficción. Si, tiene mucho girlpower, muchas referencias a la cultura norteamericana y… ya. No veo cómo pueda merecer una secuela, con todo y que las puertas se quedan abiertas para que ello ocurra.
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