Las redes sociales son una maravilla.
Desde que llegaron a nuestra vida, allá por el 2008, a millones de personas nos encanta compartir lo que nos gusta. Desde deportes, política, opiniones personales y una que otra exageración, estos medios personalizados nos han permitido enterarnos de cosas que ignorábamos o que no sabríamos ni siquiera por algún noticiero.
Y es por esta gran cadena de publicaciones que me enteré del más reciente estreno de Netflix, denominado Stranger Things. Así, de la nada, la gran productora de contenidos web lanzaba una serie original, cuyo ? tráiler no puede ser más críptico.
En un pequeño pueblo de los Estados Unidos, un niño ha desaparecido. Pero todo parece indicar que esta abducción poco tiene que ver con sus padres divorciados o con que sea víctima de bullying en su colegio, sino por algo inexplicable – pretexto perfecto para encender el dispositivo móvil y comenzar a ver la serie completa –.
En lo personal me encontraba renuente a ver la serie, pues ni había terminado de ver Orange is the new black cuando me clavé (de nuevo) con Game of Thrones; también tengo pendiente la segunda temporada de Marco Polo y espero ansioso el regreso de Sense8, mientras que vi el primer episodio de Voltron…
Pero no podía ignorar los comentarios en redes sociales, ni las críticas positivas que Stranger Things adquiría con algunos de mis compañeros que se dedican a calificar productos audiovisuales de forma profesional; ni mucho menos los memes y gifs que amenazaban con “espoileriarme” la historia.
Así que decidí hacerme de un par de horas para sumergirme en la desaparición de Will Byers y no podría estar más maravillado.
La serie, totalmente ambientada en los años 80, es una belleza. No sólo la producción es impecable, sino que la historia, el guion y las actuaciones son dignos de alabanza. Y ni hablar de la música, tanto incidental como los temas musicales utilizados para generar empatía con la audiencia.
Más allá de contarle la trama, tan sólo le comentaré que la ciencia ficción y lo sobrenatural tienen algo que ver, pero también están los temas familiares y de amistad. ¿Vio usted Super 8, de J.J. Abrams? Pues tiene mucho de ello en cuanto a los lazos que se forman entre los niños y cómo estos son pretexto suficiente para comenzar una gran aventura.
Sumado a ello está el regreso de Wynona Rider en el que podría ser el papel que le de el lugar que le corresponde como una de las grandes actrices que ha sido totalmente olvidada en la última década. Su participación en la serie no podría ser más acertada y, creo yo, merecerá el reconocimiento del público, la crítica y la academia misma cuando llegue la temporada de premios.
No le digo más para que tome su dispositivo móvil, computadora o televisión inteligente, corra Netflix y se pierda en esta maravillosa trama que ya está haciendo historia con la audiencia. Además de que aún no la he terminado y me muero por saber qué demonios ocurre. Por que cada capítulo que pasa es mejor (mucho mejor) que el anterior.
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