Victor M. García de la Hoz
(Ilustración: Pierre-Auguste Renoir, «El almuerzo de los remeros», 1881)
La noción de lo que hoy significa un restaurante -en todo el sentido de la palabra- se remonta unos cuantos siglos atrás. El origen de estos lugares se puede observar en la época del Imperio Romano, en el que -como ya lo vimos en la historia del Bar- contó con tabernas donde servían queso, pan, vino, higos, dátiles y comidas calientes.
Del mismo modo, antes de pensar en crear el primer restaurante de la historia correspondiente a la visión de la actualidad, existieron las thermopolia, cuyo término es de origen griego y su significado alude a “vender caliente”. Se caracterizaban por el hecho de que ofrecían la posibilidad de comprar los alimentos listos para comer.
En lo que concierne al origen etimológico de la palabra restaurante, su composición es la siguiente:
Prefijo re-
Su significado es: hacia atrás. Se utiliza en palabras como recitar, reparar o representar.
Verbo stare
Se refiere a estar en pie o parar, pudiendo verse empleado en algunos términos como resistencia, restar o estable.
Sufijo -nte
Este sufijo quiere decir agente, es decir, aquel que hace la acción, pudiendo observarse en palabras como gerente, tolerante, detergente… y presidente.
De tal manera, el significado etimológico de la palabra restaurante es “el que vuelve a levantar a los caídos”.
El término -como tal- proviene de la palabra francesa restaurant. Se cree que se utilizó por primera vez en 1765, con base a una idea concebida por Mathurin Roze de Chantoiseau. Aunque según otras indagaciones, la palabra fue usada por primera vez en la taberna de Dossier Boulanger en la que vendían sopas, y en el marco de la puerta podía observarse esta frase escrita en latín «Venite ad me vos qui stomacho laboratis et ego restaurabo vos», que el mesonero usó como eslogan en la entrada de su negocio. Dicha afirmación significaba en castellano «Venid a mí todos los de estómago cansado que yo os lo restauraré”.
A partir de fines del siglo XVIII, el término restaurante se empleó para aludir a la comida que se ofrecía, es decir, un caldo de carne restaurativo. Su uso se fue extendiendo a través de Europa y la palabra pronto comenzó a verse expuesta en diferentes casas de comida de Alemania, Italia y Polonia en el siglo XVIII.
El arte de la restauración y de la fundación del primer restaurante de la historia, se encuentra muy ligado a la historia de Francia. Esto se debe en particular al hecho de que la Revolución Francesa fue una de las principales causas de que este tipo de negocios se multiplicara a través de este territorio.
En vista de que la proclamación de la República terminó con la nobleza y la corona, pero también con el empleo de aquellos cocineros que se dedicaban a trabajar para aquellos, asi que, para seguir ejerciendo su profesión decidieron crear sus propios locales de restauración. Esta fue una de las bases para concebir la imagen moderna de lo que es un restaurante y fundar locales de restauración muy similares a los actuales. Los restaurantes inaugurados en dicha época se convirtieron -además- en sitios idóneos para que los liberales pudieran reunirse, puesto que estos evocaban distinción y refinamiento, valores que se siguen conservando hasta el presente.
Los viandantes empezaron a llamar a estos lugares “restaurantes”, pues ahí acudían a ser “restaurados”, aunque en Francia se les llamaba entonces -por su inventor- “boulangeries”, vocablo que después se transformó para designar a las panaderías. Como es de suponer, en el menú de estos restauradores lugares tenían lugar el pan caliente, las sopas y los potajes, que son los alimentos ideales para recuperar energías.
Boulanger, debió esperar más de veinte años para alcanzar el éxito con su comercio, en realidad, fue a raíz del estallido de la Revolución Francesa que los establecimientos como éste (llamados primero “restaurat” y, más tarde, “restaurant”) se multiplicaron rápidamente por todo París y de ahí a otras capitales europeas dando origen a lo que hoy conocemos mundialmente como restaurantes.
Ciencia y Cultura, hasta la sepultura.
Soy Victor García de la Hoz, hasta la próxima.

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